ASOCIACIÓN DE AFECTADAS POR CÁNCER DE OVARIO Y GINECOLÓGICO

Hola, el pasado 29 de septiembre hizo un año de mi operación de cáncer de ovario. Mi visita al médico se debió a que me encontraba hinchada y con ardor de estómago y se manifestó con una ascitis tremenda y, posteriormente, la gran noticia: tienes un tumor ovárico y hay que quitar todo.

La noticia me pilló sola y de sopetón. Recuerdo que me quedé paralizada y creo que, desde ese momento, me convertí en una autómata. Le dije al ginecólogo… solucionemelo. Todo fui muy rápido y las pruebas preparatorias (TAC, marcadores, etc..) no las pude hablar con el médico hasta que no llegué a la puerta del quirófano, justo una semana después de la noticia. Me dijo «el marcador CA125 está muy alto y se ven manchas». En ese momento, mi vida se detuvo. Lo recuerdo como el peor momento por el que he pasado. Era como si nada de lo vivido hubiese tenido sentido, total para llegar a ese momento.. mis ilusiones, mis planes de futuro. Así que entré al quirófano sabiendo que el diagnóstico podría ser lo peor.

A partir de ahi lo único que puedo decir es que todo han sido buenas noticias. Mi tumor era un borderline y, aunque se había infiltrado, sólo eran 4 mm. Había sido cogido muy a tiempo. Estuve en muy buenas manos y tuve una recuperación en el hospital muy rápida. La operación fue larga, 7 horas y sacaron, además de hacerme una histerectomía, ocho litros de líquido. Hasta ese momento, he de confesar que siempre quise pensar que yo tenía menos de lo que realmente tenía pero el momento de enfrentarse a la realidad también llega. Mis pruebas de anatomía patológica fueron buenas, muy buenas aunque la ruptura de la bolsa del ovario y la pequeña implantación, obligaron a darme seis sesiones de quimio. En ese momento tenía dos opciones, desmoronarme o reforzarme y decidí que lo más inteligente era esta última. Yo soy el pilar de mi familia y bastante faena les había hecho ya. Así que tome las riendas de la situación y, por primera vez en mi vida, también dejé que los demás se ocuparan de mí, que me cuidarán, que me mimasen. Eso ha sido absolutamente fundamental.

El tratamiento de quimio tuvo su proceso.. que más o menos todos conocemos.. la incertidumbre de los efectos… la multiplicación de los mismos a medida que pasaban las sesiones pero tuve el empeño de no decaer y hacia por salir todos los días a dar un paseo, no descuide nunca ni la higiene ni la alimentación. Vi todos los videos de youtube habidos y por haber sobre cómo ponerme el pañuelo y, ésto fue algo a lo que saque mucho partido. Nunca quise que me vieran enferma, sino lustrosa y guapa, así que puse mucho interés en «tunearme» cada día para no afectar a los demás. Cómo pintar las cejas, disimular la falta de pestañas, darle un aire estiloso al pañuelo aunque, a veces, no tuviera ganas de mirarme a ese espejo que es el que, realmente, te está diciendo la verdad. Pero el tiempo pasa, la quimio acaba y, aunque enfrentarte a las pruebas, no deja de ser estresante, en la misma intensidad vivo los buenos resultados. Lo peor ya pasó, la recuperación va yendo bien, mi pelo está absolutamente rizado pero decidí aprovechar lo que pudiera traer de positivo este proceso, que lo trae y empecé a valorar las pequeñas cosas, la vida, los olores, los colores de otoño o de invierno, los días de sol, de lluvia, empecé a valorar cada minuto porque lo que me ha enseñado este año es que la vida no es un ensayo, que es finita. Animo a todas las mujeres que pasan por un proceso similar a que no se rindan, a que pongan lo mejor de ellas para salir adelante porque nos lo merecemos. Y animo a los demás, a tomar conciencia y ser sensibles con los que pasamos por estos momentos.

Para mi fue fundamental el apoyo de amigos y familia y la experiencia de otras pacientes. Ahora, a mi manera, también intento prestar esa ayuda e intercambiar experiencia e información. El cáncer se puede curar, claro que sí. Creamos en ello.

Un afectuoso saludo