Testimonios de pacientes
1. Testimonio de Soledad Bolea Bosque
2. Testimonio de Charo
3. Testimonio de Arancha
4. Testimonio de Gladys
5. Testimonio de Tina
6. Testimonio de Iris
7. Testimonio de Begoña
8. Testimonio de Laura
9. Testimonio de Ángela
10. Testimonio de Elisa
11. Testimonio de Sara
12. Testimonio de Noemí
13. Testimonio de Belén de Donosti
14. Testimonio de Estela
15. Testimonio de Izar
16. Testimonio de Paloma
17. Testimonio de Violeta
18. Testimonio de Alejandra
19. Testimonio de Verónica con su madre
20. Testimonio de Isabel
21. Testimonio de Marina
22. Testimonio de Silvia
23. Testimonio de Ángeles
25. Testimonio de María Dolores Corredor (vídeo)
En octubre del 2014, me hice una revisión ginecológica, con ecografía vaginal. Todo bien. Lo único que tenía el estradiol ya bajo. Entrando a la menopausia, empecé con lo típico: los calores.
Yo soy una persona que hago 3 veces por semana, aerobic; todos los días, marcha de 4km y senderismo. Pero en marzo del 2015 empecé a tener muchos gases y dolor de espalda. Mi doctora me recetó, pero eso seguía y empecé a sentir mi tripa más inflamada. La doctora me mandó al hospital para que me hicieran eco o rx. Pero no, me diagnosticaron gastritis y a casa. Sin embargo, cada día me sentía peor, más cansada, la tripa hinchada… Volví a consulta y me dijeron que era colon irritable. Adelgace, hasta que el 3 de junio fui de urgencias al hospital. Me hicieron muchos estudios, principalmente quitarme el líquido de mi tripa. El pronóstico fue que me tenían que operar, hacerme una laparascopia exploratoria,… Me quitaron el ovario y un tumor seroso de 6 cm. Cuando tuve los resultados de la patología: cáncer de ovario, según los médicos, me tenía que volver a operar de histerectomía radical. Estaba en fase I y en el mejor de los escenarios, según los ginecólogos. Yo pensaba: voy a luchar.
Pues bien, en julio, me volvieron a operar, pero no estaba en el mejor de los escenarios… Tenía metástasis en el intestino. Me sentí defraudada. Mi vida dio un giro de 180º, me derrumbé… Estaba con un cáncer fase III. Las cosas habían cambiado. No puedo expresar lo que sentí. Ahora estoy pasando por la quimio y tengo una tercera operación pendiente ya que en la segunda operación no quitaron todo.
En mayo nació mi primer nietito. Lamento no haber podido estar ahí con mi hija, pero mi lucha por vivir la tengo por ellos. Él me da toda mi energía, y con la ayuda de Dios sé que podré salir de ésta.
Tengo que decir que, gracias a ASACO, tuve mucha información, y pude hacerme el estudio genético ya que NO me lo habían comentado en el hospital y eso que me trato ahí mismo… en el Hospital de Fuenlabrada.
Testimonio enviado el 30/9/2015.
21- Testimonio de Marina
20- Testimonio de Isabel
19- Testimonio de Verónica con su madre
Mi nombre es Alejandra Petersen. Soy chilena. Me detectaron cáncer ovárico el 05 de mayo del 2013. A los 38 años. A los diez días ya estaba operada donde me extirparon ambos ovarios, útero, parte del intestino ya que estaba en etapa III C.
¿Qué les puedo decir? Sentí que el mundo se me venía abajo con un hijo de 9 años de edad y siendo madre y padre a la vez. Cada caricia, abrazo,… sus inocentes dibujos que colocaba alrededor de mi dormitorio como “fuerza mamá”, “todo está bien” “mis amigos y yo estamos ayudándote a matar esas células malas” “te quiero”, me daban fuerzas para salir adelante y no decaer.
Los primeros meses fueron muy complicados ya que el miedo se apoderó de mí, pero comencé con terapias reiki y luego tomé un curso de Flores de Bach. También he tenido tiempo de leer mucho, lecturas que me han permitido revitalizarme frente al tratamiento de quimioterapia.
Sin duda, el Cáncer marcó mi vida sintiéndome hoy una mujer más fuerte, luchadora y con una mirada integral de la vida que no conocía y, sobre todo, con un propósito claro que pretendo dejar a futuras generaciones. Dejé de ser una mujer “trabajólica”, llena de miedos, incapaz de fijar límites a nivel personal y profesional. Hoy me permito dedicar tiempo a la meditación, hacer yoga y por sobre todo tener mucha más calidad de vida para compartir y fortalecer a mi hijo, me río más y pongo límites en mi trabajo y vida personal.
En términos del Cáncer Ovárico, luego de un tiempo de terminado el tratamiento, el CA 125 comenzó lentamente a subir y solicité a mi oncólogo la orden de atención para realizar un PET SCAN, para gran sorpresa aparecieron unos implantes en la zona peritoneal. Sin más, tuve que volver a unas sesiones de quimioterapia y este 23/04/2015 una nueva operación para extirpar y terminar con el proceso de quimioterapia el que retomaré este mayo 2015.
A pesar de esto, hoy me siento feliz con muchas energías para enfrentar “esta malecilla” mirándola a los ojos que no ganará. Como he explicado a mi hijo, quien ya es un mini lolo de casi 12 años.
Me gustaría recomendarles algunos libros que yo tengo de cabecera, Tú puedes sanar tu cuerpo de Louise Hay, Mis recetas anticáncer de la Doctora Odile Fernández, este último me ha ayudado a cambiar mis hábitos alimenticios y el de mi familia.
Finalmente, quiero agradecer inmensamente a mi hijo Benjamín Petersen por su fuerza y amor infinito, a mi madre quien siempre ha estado ayudándome sobre todo en los momentos difíciles de las quimios, a mi padre y a mi hermana Lorena, a Tio Nino y nuestras conversaciones a diario de la vida, familia, amigos, a las redes de apoyo y equipo médico oncológico de la clínica Santa María en Chile donde siempre me he sentido en familia; a mi doctor Cristian Carvallo y psicólogo Raúl Carvajal, quienes me mantienen con la mirada positiva y guerrera frente a esta enfermedad.
Alguna vez una persona me escribió en Facebook y cuando vivo momentos difíciles lo leo y verdaderamente me tranquiliza:
“…aunque la higuera no florezca, ni la vid dé frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales…, con todo, yo me alegraré en el Señor”.
Gracias y saludos desde Chile.
Hace sólo cuatro meses y medio, a primeros de julio, acudí a mi revisión anual ginecológica después de haber estado una semana en Londres sin cansarme de andar y con un entusiasmo por ver lo más posible que podía con las fuerzas de mi marido, que suele jugar al tenis, y que se quedaba sentado a descansar en un banco, mientras yo seguía dando otra vuelta por aquello que no había visto. ¿Cómo podía imaginar que un cáncer de ovario estaba creciendo dentro de mí?
En veinte días entraba al quirófano sin saber si era benigno o maligno pero con la intuición de que así era, por la edad y por sus características, aunque con la esperanza de que no lo fuera por los marcadores negativos. Era maligno y como me advirtió el Dr. Minig (que es lo nunca visto de profesional y de agradable) procedería en ese caso a continuar con laparoscopia, si le era posible, y a quitarme, además del ovario afectado, todo el aparato ginecológico y los ganglios pélvicos y abdominales.
El Dr. Lucas Minig salió muy contento (5 horas después de bajarme a quirófano) porque macroscópicamente todo parecía estar bien lo cual hizo renacer la alegría a mi familia hundida desde que les avisaron que era maligno y la operación continuaría.
Estoy limpia microscópicamente y sólo estuve cuatro días ingresada. No he sentido ningún dolor y no necesito quimioterapia, a los dos días ya caminaba por los pasillos. Un milagro de operación, que me recuerdan cuatro huellas insignificantes en la tripa cada día, fruto de las nuevas tecnologías y de los buenos profesionales que las utilizan.
Si antes era entusiasta, con muchas iniciativas, ahora paladeo la vida sólo con respirar, con contemplar un paisaje o escuchar una buena música, son como orgasmos espirituales y tengo, después de cumplir los 60 años a los pocos días, muchas ganas de aprovechar lo que la naturaleza quiera que me quede de vida, todavía más que antes quiero ser útil a los demás y disfrutar de todo lo que se ponga a mi alcance.
Dicen las estadísticas que he tenido mucha suerte porque el cáncer de ovario crece con mucha rapidez (sólo tenía 4,5 cm) y, cuando da síntomas, ya te ha hecho daño y tienes que someterte a quimio aunque cada vez salen más casos adelante. Por lo que esa revisión me vino a tiempo de evitarlo. Estaba encapsulado y ni siquiera la envoltura del ovario se había contaminado.
He perdido la confianza en mi cuerpo pero he ganado en humildad porque nos creemos dueños de algo y todo lo podemos perder en un instante sin aviso. La muerte está segura para unos antes, para otros después, y lo único que va a sobrevivirnos es lo que hayamos hecho, la huella que hayamos dejado a nuestro paso con nuestro ejemplo.
Mi hermano y la mayoría de mis amigos y amigas se han ido enterando posteriormente porque, o estaban de vacaciones o ante la duda, no les avisé. Sólo mi amiga más cercana en aquel momento, mi marido y mis hijos fueron testigos de aquel susto, que duró unos días y que asimilé en la playa a donde marché como hago otros años. Mi madre con 90 años, que celebró mi cumpleaños conmigo, pocos días después, brindó por mi buena salud y lo fuerte que era, no se dio cuenta de nada y nunca lo sabrá.
13- Testimonio de Belén de Donosti
El 27 de agosto de 2013 hizo seis meses que, tras una ecografía abdominal, detectaron un aumento de tamaño de varios (muchos) ganglios. Lo cierto es que desde esta ecografía hasta que me confirmaron que sufría de un carcinoma en el peritoneo transcurrieron pocos días. El 8 de marzo (el día de la mujer, qué casualidad), me «sueltan» la bomba. Desde ese día hemos luchado y mucho, y ayer, 6 meses después, me han confirmado que estoy limpia.
Han sido seis meses intensos y duros para todos (que los de casa también han sufrido al verme). 6 ciclos de 3 chutes de carboplatino y taxol y por el medio una operación en la que me extirparon los ovarios, los ganglios (buenos y malos) que se podían quitar y el apéndice (casi todo lo que «sobraba» menos los michelines). La recuperación de la intervención no fue mala (buena tampoco), pero ya está, ESTA BATALLA LA HEMOS GANADO.
Desde estas líneas quiero agradecer a la gente de ASACO con la que he estado en contacto estos meses. Muchas gracias también a toda esa gente que vía redes sociales me ha apoyado SIN CONOCERME, que hay personas que despotrican sobre las citadas redes pero para mí han sido una gran ayuda al poder contar mis experiencias y mis miedos.
Soy de un pueblo cercano a Donosti, pero si algún día me acerco por Madrid, prometo pasar por la asociación.
Soy Noemí, tengo 37 años y hace un año y medio me diagnosticaron cáncer de ovario.
Nunca pensé que escribiría esta frase, nadie lo piensa, supongo. La sorpresa forma parte de la vida – como la enfermedad – y del cáncer.Entonces, en mi caso, después de encontrar un pequeño bulto en la ingle bautizado en mi casa como «el ganglio», y sin presentar ningún otro síntoma, por lo menos del que yo fuera consciente (desconociendo los propios de la enfermedad, que tan bien se explican en esta web), te encuentras ante un acto de fe: estás enferma, tu vida cambia y hay que luchar, liarte la manta ( o pañuelo) a la cabeza, pensar, desacelerar tu mente, interiorizar un montón de pensamientos nuevos, arreglarte con tu cuerpo y apoyarte en quienes te quieren y en quienes (aún no conociéndote) te ofrecen su brazo para seguir avanzando (personas como las que forman parte de ASACO).
Luego vino el tratamiento; en mi caso: quimioterapia y una histerectomía. Me puse en manos de mi oncólogo, a quien agradezco el trato humano que me ha dado, a los ginecólogos, que me han ayudado explicándome y dándome mucho cariño y ánimo, y de enfermeras, súper cariñosas y cuidadosas. Quiero aprovechar para dar las gracias al equipo médico que me ha tratado y me sigue tratando; impecables, con mucho tacto y cariño, tratándome de forma personal.
Son momentos duros, los efectos secundarios son duros también. Es curioso que cuando una es presumida, como casi todas las mujeres, te das cuenta de que no puedes salir de casa sin llevar el pañuelo combinado con la ropa que has elegido. He tenido mucha suerte con el tratamiento, y digo ésto porque así lo siento. No he tenido imprevistos. Por esa razón y por cómo me encuentro ahora (aquí), me considero afortunada.
Después de la quimio he recibido tratamiento de Avastín, en el cual he depositado toda mi fe y por el momento los resultados acompañan. El pasado miércoles recibí el último y, a partir de ahora, vienen las revisiones cada 3 meses. Y después, supongo que la vida me sorprenderá.
Esta es mi pequeña historia.
Ahora vienen los agradecimientos: a mi familia, mis padres, mi hermana; han sido mi sombra. Mis primos, mis tíos, mis amigos. Cuando pienso en ellos siento su calor y sus abrazos en mi cuerpo. Todos ellos recibieron una mala noticia cuando yo la recibí, me han acompañado en toda esta batalla y sin ellos nada habría sido igual.
Por último, encontré a Asaco y allí a mujeres valientes, con las que se establecen lazos invisibles; te comprenden enseguida, te aconsejan y tus triunfos son suyos de forma recíproca. Muchas gracias por crear esta plataforma que nos ayuda tanto.
Para finalizar, me gustaría trasladar toda mi energía a quienes se encuentran o se han encontrado en esta situación. Ojalá pronto, no haya ningún diagnóstico más. Desaparezca la palabra quiminoterapia, histerectomía, y todas aquellas relacionadas con el cáncer en general.
Un beso muy fuerte para todos.
¡Ciao!
Me llamo Sara y soy una chica italiana de 29 años que vive en Barcelona. Os entrego un pedacito de mi historia con la esperanza de que pueda ser de ayuda..
Mi “D-day” (con D de Despertar) ha sido el 4 de mayo de 2011: después de una operación por un quiste gigante de ovario. Ese día me cita un ginecólogo diferente al que me había atendido hasta entonces para decirme que mi quiste es más de lo que parecía… una forma muy muy rara de cáncer de ovario.
Ese ha sido el momento más duro y más raro, corazón a mil, cerebro parado y totalmente incapaz de asimilar esa voz de fondo que me comunicaba lo que me esperaba – analítica, TAC, otra operación más complicada, quimioterapia – lo único que cabía eran dudas – ¿esto me está realmente pasando a mí? ¿Perderé el pelo? ¿Voy a morir? (en este orden, ¡por supuesto!)
Ese choque no te lo quita nadie, y el nudo que se te forma en todo el cuerpo cuando por fin sales de la sensación de estar en una peli y te das cuenta de que SÍ, TIENES CÁNCER.. no sé explicarlo con palabras.
Pero luego, al cabo de unos días de “duelo”, empieza la lucha. Te das cuenta de que lo de perder el pelo, por ejemplo, es mucho menos traumático de lo que pensabas (¡no hace falta ser Demi Moore para estar guapas con el look G.I. Jane!) y todas las dudas se aparcan porque… pues, simplemente, ¡¡porque no hay otra!!
Vale, pero… ¿¿cómo??
¡¡¡Con ayuda!!!
He tenido mucha suerte porque en la clínica donde me han tratado me han atendido muy bien y se han coordinado entre ellos: el primer ginecólogo me ha pasado a otro experto en temas oncológicos, este me ha indicado a que oncóloga dirigirme.. y no es poco poderte quitar de encima esa preocupación en un momento en el que ya hay tantas. Confiar en el equipo de doctores que te lleva es fundamental, y estoy muy agradecida que en ese sentido las cosas hayan sido tan fáciles para mí.
Otra razón para sentirme agradecida y afortunada es mi fe. Soy creyente católica, y la fe me ha ayudado muchísimo a centrarme, a tener esperanza, a pedir ayuda, a tener a Alguien con el que enfadarme en los momentos de crisis… Y sobre todo me ha ayudado a pensar que, si me habían sometido a esta prueba, ¡era porque podía superarla! ¡¡Así que manos a la obra y adelante!! Estoy muy convencida de que una actitud positiva le da un golpe MUY duro a esta enfermedad.
No sé cómo todavía no he mencionado esto, pero está claro que, como para un buen viaje, para mi curación ha sido fundamental tener buenos compañeros. He tenido una demostración de cariño increíble y nunca me he sentido tan querida como en mis meses de tratamiento…
Mi marido ha sido mi roca, mi soporte, mi inigualable y adorable enfermero-cocinero-animador-“marujo”, junto con mis padres, mi hermano y mis suegros que, en cuanto podían, cogían un vuelo y venían a ayudarnos.
Algunos de mis amigos han usado sus días de vacaciones en verano para venir a verme y han aguantado con una sonrisa varios días donde lo más entretenido era acompañarme a la clínica para los tratamientos.
Y todos los otros amigos, los compañeros de trabajo y los familiares me han arropado y acompañado con llamadas, visitas, regalitos…
Pero a veces son las personas más inesperadas quienes te alegran un día complicado… son las que Albert Espinosa en su libro llama “los amarillos”, personas con las que puedes compartir un minuto o una vida, una mirada o un viaje, pero con las que sientes una conexión inmediata. Como Montse, “mi” enfermera del hospital de día, que nunca ha ahorrado en abrazos, sonrisas o palabras cariñosas (yo era su cuqui J); o como un señor que veía cada domingo a Misa, y un día saliendo se nos acercó para compartir su alegría y su historia de superviviente de cáncer, y me regaló un librito de oraciones.
Y en esos días donde también lavarte los dientes estando de pie es un deporte extremo, un buen libro, una peli o una serie que te emocione o que te haga reírte a carcajadas también son compañeros muy valiosos para aparcar al cáncer en el sotano de tu cerebro durante unas horas. Así que mis más sinceros agradecimientos van también a J.K. Rowling por Harry Potter, a Isabel Allende por sus mundos mágicos, a Julie Andrews por Sonrisas y Lágrimas, a Jane Austen y Colin Firth por Orgullo y Prejuicio, a mi colección interminable de comedias románticas, a Fran Drescher (¡¡ella también es una Cancer Survivor!!) por The Nanny y a Cristina Castaño y a los otros actores y a creadores de La que se avecina por regalarme tantas risas…
¿Y después?
El cáncer te cambia. Normalmente mucho y a mejor.
Es una experiencia que pone a dura prueba la persona en su totalidad, cuerpo y alma. Ojalá haya cada vez más personas para las que, como ha sido para mí, el cáncer sea un inicio más que un final, y un maestro más que un verdugo.
Yo siento haber aprendido mucho gracias a él: he aprendido que, en los momentos en los que más lo necesitamos, nos sale una fuerza que nunca hubiéramos pensado tener; he aprendido que hay que dejarse cuidar a veces; he aprendido a estar muy agradecida por la vida que tengo y sobre todo por mis compañeros de viaje; he aprendido que hay que gestionar bien y aprovechar el tiempo que tenemos, y que hay que escuchar más al cuerpo sobre todo cuando pide descansar… mentira, estas últimas dos cosas todavía no las he aprendido bien, pero están al principio de mi lista de temas pendientes..
Y también he encontrado una nueva pasión.
Mientras hacía el tratamiento, mi prima me regaló el primer libro de Kris Carr, Crazy Sexy Cancer. Vale, el título suena muy raro, pero la historia de esta chica es real e increíble y anima a cualquiera, para quien pueda leer en inglés (no sé si el libro se ha traducido al español) recomiendo totalmente, ¡¡al menos visitar su blog!! En dos palabras, hace 10 años esta actriz y modelo de 32 años fue diagnosticada con un cáncer incurable de hígado y pulmón, estadio IV. Esta “sentencia” ella se la ha tomado como un desafío, y al no tener una terapia oficial y unas pautas marcadas por la medicina tradicional, ha empezado a bucear todo tipo de terapias alternativas y, cambiando totalmente su estilo de vida, ha conseguido estabilizar el cáncer.
Los cambios más importantes han sido profundizar en la meditación y sobre todo un cambio radical de su alimentación. Esto me ha fascinado, y desde entonces no he parado de informarme y formarme sobre la relación entre alimentación y salud. Cada vez es más reconocido el papel de la inflamación en el desarrollo del cáncer, y lo que comemos, junto con el estrés y los tóxicos ambientales, influye muchísimo en aumentar o reducir el nivel de inflamación de nuestro cuerpo.
Un libro que para mí ha sido fundamental y que sin duda recomiendo a quien esté interesado en estos temas es The China Study (este sí está traducido, creo que como El Estudio de China) del doctor T.C. Campbell, que explica con palabras simples el estudio más completo jamás realizado sobre la relación entre la alimentación y las enfermedades de la sociedad occidental.
No empiezo con este tema porque no pararía hasta escuchar los ronquidos virtuales, pero os animo a buscar información, aunque con cuidado, que en Internet hay de todo.
Regreso al futuro
Cuando aprendes que tienes cáncer, el tiempo se para de golpe. El futuro se vuelve borroso y solo te centras en el presente, o en objetivos a muy corto plazo: conseguir levantarte sin tener que luchar con la sensación de ladrillo atado al cuello, que se te vaya la fiebre, que termine el ciclo de quimio… Esto sin duda quita ciertas ilusiones, pero mirar al presente ayuda a centrarse en las cosas y personas realmente importantes para ti, a escucharte más.
Me encantaría poder decir que eso lo he aprendido y ahora soy una persona sabia que gestiona sus energías de la manera más eficiente, pero cuando por fin he logrado volver a la vida “normal” y a mirar hacia el futuro, toda esta sabiduría se ha quedado diluida y atropellada por las mil tareas del día a día. Esa voz interna que siempre te indica tus necesidades y deseos más profundos, que durante la enfermedad gritaba con todas sus fuerzas y no había manera de tapar, poco a poco ha ido bajando el volumen y se ha quedado en un susurro; sin embargo, mi umbral de atención ya no es el mismo, e intento aprender a hacerle cada día un poquito más caso a las señales que envía el cuerpo, para que la próxima vez…¡no tenga que gritar tanto!
No sabía si compartir mi aventura, y no sé si he logrado transmitir todo lo que quería, pero si lo he hecho es porque una de las cosas que más me han animado cuando estaba luchando es conocer la historia de otras personas jóvenes que hayan pasado por esto.
Y ahora que lo he hecho veo que… ¡¡realmente lo necesitaba!! Porque aunque el cáncer no es lo que me define, sí es una parte muy importante de mi vida y ¡no quiero olvidarlo!
Así que espero que este granito de arena te aporte algo, o al menos te haya sacado una sonrisa.
Un fuerte abrazo sanador.
En mi caso fue todo muy deprisa, tanto, que mi mente no pudo procesar tanta información. En un principio entré para operarme de endometriosis, pero la realidad fue distinta, estábamos esperando la respuesta del patólogo, cuando me mandaron llamar con urgencia, para operarme por segunda vez, veloces fuimos a otro hospital. Una vez allí los médicos que me operaron fueron muy cariñosos conmigo. Pienso que hay profesiones en los que la vocación es un factor muy importante, y eso en parte hace que la recuperación del paciente sea mucho más rápida.
Aún operada y sabiendo lo que tienes, no llegas a entender que todavía te queda un proceso duro, un camino que has de recorrer lleno de obstáculos y con muchas pendientes.
El paso de la UCI para mí fue duro, demasiada soledad, no eres dueña de tus actos puesto que pierdes la noción del tiempo. Cuando las fuerzas se agotaban, intentaba engañar a mi cerebro, recordando pensamientos o anécdotas divertidas del pasado, cantaba, pensaba en lo que iba a hacer cuando estuviese curada, sentía alegría por cumplir sueños,… soy una amante de los caballos, y una yegua preciosa ha hecho, junto con mi familia y amigos, que este “proceso” haya sido menos tenebroso.
Una vez finalizada mi estancia hospitalaria y recopilado información suficiente ,me enfrentaba a otro segunda etapa,la quimioterapia.
Mi primer día de quimio fue angustioso. Siempre tienes miedo a lo desconocido, había visto reportajes acerca del cáncer, oído a familiares y amigos, y ahora por capricho del destino, estabas tú ahí sentada con esa bolsa amarilla, que la enfermera que me pinchó apodó «la sustancia”.
Una vez allí te das cuenta que no es para tanto, hay un ambiente con mucha ternura y la gente es muy positiva, yo, me llevaba un libro, música, o hablaba con las personas que tenia al lado.
Es cierto que tu cuerpo está cansado de tanto dolor, de tantas visitas hospitalarias, que por efectos secundarios de la quimio te sientes sin fuerza física y no te ves guapa, pero tienes muchas opciones para estarlo, peluca, pañuelos e incluso nada en la cabeza. Yo elegí llevar pañuelo que conjuntaba con sombras de ojos incluidas, nunca he llegado a perder mi feminidad.
Si algo he de sacar positivo en todo este trayecto, es que ahora, siendo una superviviente, veo la vida de otra forma, he aprendido a ser valiente y a tomarme las cosas con más calma. Esta experiencia no es mala sino distinta, miles de preguntas azotarán a vuestra mente, pero sinceramente, no hay cabida para tantas interrogaciones o pensamientos angustiosos. Sólo tienes que actuar, y seguir para adelante, tus proyectos no han desaparecido, están parados, y tú debes ser fuerte para llevarlos a cabo. Envuélvete del cariño de tu familia y amigos, déjate mimar, y tú misma crea un mundo paralelo al real, es decir, cuando venga un bajón, anota un plan para hacer cuando te recuperes, sonríe ante la adversidad.
Para mí, todo este proceso no fue fácil, demasiados cambios, en tan poco tiempo, no poder tener hijos con 34 años, menopausia precoz, mi barriga hinchada y llena de cicatrices, cambios de humor, infinidad de rasgos negativos que van unidos a este tipo de cáncer.
Por edad, he de estar precavida para evitar uno de mama, puesto que van ligados. De hecho, me realizaron un estudio genético, pero no me paro a pensar si lo desarrollaré o no. Me siento orgullosa de mí misma por haber aguantado estoicamente cada una de las situaciones que a veces se me presentaban muy difíciles.
Y creedme, cuando menos te lo esperas, todo llega, y una visita a tu oncólogo te hace esbozar una sonrisa por saber que todo este camino lo has finalizado con éxito, y volverás a ser la mujer que eras pero con un aporte de vitalidad y fuerza.
Es como volver a nacer, aprenderás a vivir tu vida de otra forma, con otro enfoque, valorarás hasta las cosas más insignificantes que acontezcan a tu alrededor, y sobre todo sabrás que toda mujer bella, es la que lucha.
El pasado 1 de febrero de 2012 acudí como cada año a mi revisión ginecológica de rutina. Ese día mi ginecóloga me diagnosticó un teratoma, pero no debía preocuparme por eso.
El pasado 25 de junio de 2012 me realizaron una laparoscopia para extirpar el teratoma, pasaron casi cinco meses hasta la operación, porque, como dos ginecólogas dijeron, el tumor «era benigno».
Pero cuatro días después me llamaron a consulta para comunicarme que el «teratoma» no era tal, sino cáncer de ovario y que había que actuar. ¡Qué os voy a contar de esos días…! Pruebas, otra intervención quirúrgica, nervios, lloros, pero lo peor para mí fue la espera de resultados.
Una vez operada llegaron los ciclos de quimioterapia. Me enfrentaba a algo desconocido, porque por suerte, entre mi familia y amigos no había habido ningún caso de cáncer, pero por lo que las personas me comentaban sobre la quimio, me esperaba lo peor. Nada más lejos, me fue genial, ni un vómito, ni falta de apetito…eso sí caída del cabello, cejas, un poco de cansancio pero muy poco para lo que esperaba que fuese.
Ahora me encuentro con 33 años, sin hijos, menopáusica y sin posibilidad de tenerlos de forma biológica, pero también hoy 4 de febrero de 2013 (Día mundial contra el cáncer) mi oncóloga me acaba de dar una de las mejores noticias posibles: «A día de hoy todas las pruebas han salido bien, y tienes una larga autopista delante de ti para recorrerla».
Se me ha ofrecido la posibilidad de participar en un estudio y cómo negarse. Todo lo que sea para la investigación, y si en algo puede ayudar a las que vengan detrás (que esperemos cada vez sean menos), mejor que mejor.
Hablar también de lo positivo es fundamental: apoyo incondicional tanto de mi familia (que han mostrado en todo momento una fortaleza increíble), pareja y amigos.
Haber encontrado esta asociación me ha aportado tanto, porque al principio sólo encontraba cosas negativas en Internet, hasta que os encontré y leí el testimonio de Soledad Bolea…no sabéis el empujón de ánimo que me dio.
¡Seguid así! Hacéis una labor encomiable. Ojalá os hubiese visto antes, hubiese conocido los síntomas (porque al mirar atrás, me doy cuenta que algunos de ellos los tenía, pero claro, no los reconocía).
Y sobre todo, acudid a revisiones periódicas, gracias a una de ellas me lo detectaron en una fase IC. No quiero ni pensar qué hubiese pasado si no hubiese ido.
ASACO, espero conoceros algún día, al no ser de Madrid, me resultará un poco más difícil pero no imposible…y seguiré visitando vuestra página, dais información que a mí personalmente, me ha resultado útil.
8- Testimonio de Laura (en inglés para Ovarian Cancer Day)
Hace un año comenzó este largo recorrido al ser diagnosticada con cáncer de ovario. Fue un año duro, muy duro, pero terminó y superé la enfermedad. Hoy me siento agradecida con la vida. Al cumplir un año escribí mi testimonio. Quiero compartirlo con todas las pacientes que hoy estén pasando por este proceso que es fuerte y difícil pero con mucha fortaleza, fe y ganas de vivir se puede vencer. Un abrazo y valentía, ¡¡¡que sí se PUEDE !!!
Hoy cumplo 1 año de un largo y difícil camino que tuve que recorrer. Una gran sacudida que me dio la vida. Un día como hoy, muy temprano, en la mañana, sin permiso ni preparación previa, simplemente así, me enteré: ¡¡Tenía CÁNCER !! ¿Y cómo entender esa palabra sin sentir miedo, temor e incertidumbre?
Recuerdo nuestro encuentro. Esos encuentros que uno nunca quisiera tener pero se dan: el consultorio de ecografía, tu cuerpo en la pantalla redondo, grande mirándome: el enemigo oculto que crecía adentro, sin mi consentimiento sin ni siquiera avisarme que se apoderaba de mí, yo tan sorprendida, aturdida,sin palabras… sólo mil preguntas pero sin una respuesta y ahí estábamos los dos muy juntos, tomados de la mano sabiendo que teníamos que empezar un duro y difícil camino y así comenzamos enfrentándonos a una larga y dura batalla de muchos meses llenos de quirófanos, médicos, exámenes, agujas, medicamentos, viajes y cada 21 días la batalla, el día que luchaba directamente contra ti.
Recibía la vida que entraba gota a gota por mis venas pero paradójicamente en esa lucha yo ganaba pero igual me deterioraba poco a poco. Se me cayó el cabello, tenia malestares, dolores, los miedos se hacían grandes y te odiaba por cada lágrima derramada, por cada noche sin dormir, por cada día que dejaba de compartir con mi hijo, cuando el espejo me recordaba lo mal que me veía. Pero así pasó nuestro tiempo, pasaron los meses y llegó el gran día, 5 de junio. Nuestra última batalla tan esperada por mí. El día que nos soltamos las manos. Esa mano que llevaste sujeta todos estos meses recordándome que la vida es tan corta y que la muerte está ahí muy cerca, segura de todos. Recuerdo la emoción de ese día al abrir los ojos y ver la luz del día, llegar a la sala de quimio y esperar las mejores 7 horas que tanto había deseado: me dejaste, ¡¡¡el enemigo se fue !!! Era LIBRE y se sentía tranquilidad y paz, orgullosa de haberlo logrado. Me repetía una y mil veces: ¡¡lo lograste !!!
Y así fui mejorando día a día. Los malestares fueron pasando, el cabello comenzó a crecer, la seguridad volvió, los miedos se hicieron pequeños y la vida me volvió a sonreír pero con otra cara diferente a la que conocía, una vida donde soy más fuerte, donde tuve que aprender a disfrutar de las cosas más sencillas y simples.
Me di cuenta que la felicidad está ahí tan cerca. Que debo preocuparme sólo por lo importante y simplemente ser feliz hoy porque tal vez el mañana no exista.
A pesar de lo duro que resultó este año y de todo lo vivido, soy más feliz: ¡estoy CURADA! Y no me queda sino contar mis bendiciones y sentir que mi vida sí tiene sentido, que no importa lo que ocurra. Siempre se puede seguir adelante.
Me llamo Begoña, con 42 años en una revisión anual ginecológica me detectaron cáncer de ovario. Me operaron y recibí tratamiento de quimio. Justo al terminar entré a formar parte de un estudio de investigacion llamado «Proyecto Mimosa» y al finalizar este estudio, justo el último día de la última vacuna durante un añor largo, me diagnosticaron una recidiva.
Se me cayó el mundo otra vez encima pero me volvieron a operar y a dar la quimio. No había casi empezado con la quimio y en una mamografía me detectaron un tumor en la mama que lo confirmó la ecografía y la punción. Me operaron y me dieron tratamiento de radioterapia y aquí sigo.
Por el momento, en remision de enfermedad y esperando que continúe, sigo con mis revisiones ginecológicas. Escribo este testimonio porque pienso que cuando tenemos cáncer siempre pensamos y oímos lo malo, los que no lo superan… pero pienso que somos muchas las que sobrevivimos y por si puede ayudar a alguien.
Mucho ánimo a td@s los pacientes y familiares, y a poco a poco y día a día.
Lo dicho: MUCHAS GRACIAS Y UN FUERTE ABRAZO de alguien que ha ganado este partido.
Un día, en diciembre de 2011 cuando aún tenía 18 años, sentí un dolor muy agudo en la parte abdominal derecha. Pensando que quizá fuera apendicitis acudí a urgencias. Allí me negaron la posibilidad de ser apendicitis y la probabilidad de ser un folículo hemorrágico que se rompía fuera de su cavidad cuando yo ovulaba y por ese motivo se me formaban coágulos muy dolorosos que permanecerían ahí.
Primeramente me dijeron que desaparecerían en 10 días y en siguientes revisiones me dijeron que en 20. Luego, que en 1 mes, en tres meses… y, la última vez, me dijeron que podían estar toda la vida puesto que todavía no se me habían quitado después de 5 meses.
En una de estas revisiones, 7 meses después de ser diagnosticada de esto, tras pasar por manos de al menos 6 ginecólogas diferentes, la última de ellas vio que era raro que siguieran ahí después de tanto tiempo y que no se hubieran reducido nada. En todo este tiempo sólo me habían mirando por ecografías vaginales normales, pero esta vez me llevaron a una máquina ecográfica más avanzada. Ahí vieron que lo que habían visto durante todos estos meses era erróneo y que era una tumoración o quiste de 8 cm. Para ellos, por mi edad y condición, era benigno. Dos semanas después, una resonancia confirmó que era un teratoma benigno que había crecido a 12 cm de grasa. Con pelos, uñas y dientes, sobre todo más que por la resonancia, ellos confirmaban que, por mi edad y condiciones, era benigno.
Pero se equivocaban…
En la operación que fue realizada a finales de septiembre de 2012 vieron algo extraño. No sólo había un tumor sino otras cositas pequeñas pegadas al intestino, al otro ovario y al peritoneo. Ellos las denominaron implantes. Y de esa operación sólo me pudieron extraer biopsias porque no podían quitarme el tumor.
Tras una anatomía patológica, los resultados dieron que todas las cosas raras que habían visto eran malignas, junto al tumor y que, por lo tanto, era cáncer.
Soy un caso extraño. No se si denominarme única porque no estoy segura de ello, pero casi segura sí. Por mi edad no es normal tener un cáncer de ovario, pero no es imposible. Tenedlo en cuenta.
Soy Tina. Tengo 31 años y en octubre de 2011 me sometí a una laparoscopia para quitarme el ovario izquierdo por un quiste. Me avisaron que podrían quitarme también la trompa izquierda porque veían hidrosalpinx o daño en las trompas. Tras la operación y la recuperación (algo dolorosa…) vino el informe de la operación y allí recibí la noticia más fuerte que he recibido nunca… Tenía que volver a operarme con urgencia porque lo que me habían quitado era un tumor.
Me diagnosticaron «carcinoma de células claras de ovario» en su primera etapa. Suerte de cogerlo en la primera etapa, pero no por el tipo de cáncer, pues me comentaron que era el tipo más agresivo y de ahí su urgencia, sino porque no me dieron mucho tiempo para asimilar la situación y menos para informarme de más opciones. Quise informarme sobre la posibilidad de congelar óvulos, pero era una técnica que no me la recomendaban mucho por la sobreestimulación del ovario sano puesto que ya había indicios de quistes e hidrosalpinx.
Total que, tras alguna consulta a gente conocida, me indicaron que el procedimiento era el protocolo establecido. Así que me sometí a la operación. Me hicieron una histerectomía completa. Es decir, me quitaron hasta el apéndice y numerosos ganglios,… Tras la operación, pasé los peores momentos… Temía más por el hecho de no poder ser madre, y de los efectos de la menopausia, que por el cáncer en sí. Fueron unos días muy fuertes, tanto en dolores, como en paciencia, así como psicológicamente.
Lo mejor de esos días fue ver todo el amor que te transmite tu familia y tus amigos. No me sentí sola ni un segundo, y esto es algo que siempre agradeceré: tener a mi gente conmigo y hacerme que me despreocupara de mi enfermedad. Así que al principio traté la enfermedad como un problema ginecológico. De hecho, no vi a un oncólogo hasta el inicio de la quimioterapia.
El primer día de quimio… fue el peor día de mi vida… Ahí fui consciente de la enfermedad y de la gravedad de la misma. Antes lo planteaba como un catarro con consecuencias… jeje. Sabía que se me caería el pelo… pero pensaba que con raparme era suficiente… Me recomendaron que me cortara el pelo … y eso hice… pero aun teniéndolo corto, ver cómo se te cae sólo con tocarlo…era una sensación muy desagradable… Después fue empezando a caerse más, por lo que me rapé, aunque duró muy poco porque empecé a quedarme calvita. Me afectaba verme calva… pero como no había perdido las cejas… lo llevaba bien con mis gorritos. Era invierno. Tras las sesiones de quimio, perdí las cejas y pestañas… Otra sensación muy desagradable, ver cómo tu cara ya no tiene expresión… Yo no opté por las pelucas, pues eso para mi sí hubiese acabado conmigo… no sé… Opté por los gorros y pañuelos. ¡¡¡Con lo torpe que soy para esas cosas!!! Cada vez que me miraba al espejo no me reconocía: una mujer calva, sin cejas ni pestañas, sin expresión, amarillenta, rajada en canal… La cicatriz llega casi al pecho…
La autoestima se te baja y mira que ya la tenía bajita… Y encima … con los efectos de la menopausia…: no lubricación, inapetencia, sofocos… Han sido momentos muy duros y difíciles… aunque siempre he intentado mantener mi sonrisa. Esa que…¡¡¡¡ ni el cáncer ni la quimio han podido borrarme!!!!
Pero una vez finalizadas las sesiones de quimio y crecidos mi pelo, mis pestañas y mis cejas…, me siento orgullosa de haberlo llevado de la forma que lo llevé, que en pocos momentos me vine abajo… Aunque muchas noches y duchas…, aprovecho para llorar en la ducha para que nadie me vea las lágrimas… ¡¡¡Siempre he sabido que lo iba a superar!!!! Ahora estoy en un ensayo clínico recibiendo Avastín durante dos años cada 21 días… Mis revisiones van saliendo muy bien… ¡¡¡Todo sale genial!!!!
Sin embargo, ahora es cuando me siento más sensible y lloro (a solas) cuando leo, escribo o hago cualquier cosa relacionada con esto (ahora mismo estoy llorando). Sé que está superado… pero sé que también puede volver… Una vez pasada la enfermedad… me quedan las consecuencias de la misma… con 31 años sin posibilidad de tener hijos…¡¡¡¡ y menopáusica!!!!!
Me diréis que puedo ser madre por adopción, pero no es biológico, y se tarda y cuesta mucho… Y referente a la menopausia (ya me está agobiando): no duermo por las noches, tengo inapetencia sexual, no lubrico (cosa que me disloca), me duelen los huesos… no sé… me supera esta situación.
Todo el mundo me dice que soy muy fuerte y muy valiente… pero yo no me veo así…
Doy las gracias por todo lo que tengo y por la gente que me rodea ya que sin ellos no hubiese salido bien de todo esto. Son mi vida y mi razón de existir.
4- Testimonio de Gladys «Luchadora»
Tengo 49 años de edad.
Me gustaría contar mi experiencia con los tratamientos recibidos hasta ahora para motivar a aquellas personas que no saben qué hacer por falta de información o desánimo y, así, ayudar a otras mujeres con mi vivencia, aportándoles un granito de arena con mi experiencia, ya que mi recorrido hasta ahora está siendo largo pero aquí estoy todavía para seguir luchando hasta que me queden fuerzas y ¡lo que me quede!
He sido siempre una mujer sana y deportista, manteniendo siempre una alimentación equilibrada. Reconozco que mi vida laboral fue muy estresante. Eso se contradice cuando se dice que se vive en las Islas Canarias, pero no es así.
Todo comenzó en septiembre de 2009 sin tener ningún síntoma alarmante sino tos y fiebre durante un periodo de 17 días, fiebre que el médico de familia trató al principio con antibióticos. Ante la persistencia de la tos y la fiebre, mi médico decidió mandarme hacer una radiografía de tórax, que reveló algo sospechoso en el pulmón. Fui remitida de urgencia al “Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín”. Según vieron la radiografía me ingresaron en la planta de Neumología. Al día siguiente vino a verme el Dr. Cuyas, neumólogo. Al palparme el doctor, el abdomen se inflamó de inmediato y me preguntó si había tenido dolores o cualquier otros síntomas, y le contesté que no, ya que hasta los días antes de darme fiebre seguía con mi vida como siempre. Desde ese momento vieron prioritario hacerme pruebas de inmediato.
Las pruebas, realizadas en la mayor brevedad posible, revelaron un adenocarcinoma ovárico estadio III C, con afectación ovárica bilateral, carcinomatosis peritoneal y un derrame pleural derecho en el pulmón con estadio negativo de malignidad.
Al detectarme tres grandes masas quísticas (6,6 x 5 cm, 10,9 x 9 cm y 8 x 7 cm), se optó por tratarme con quimio para su reducción. Tras recibir primero un tratamiento de quimio Taxol-carboplatino (5 ciclos), en febrero de 2010 me someto a una cirugía reglada por laparotomía y recibo nuevamente otros (2 ciclos) de Taxol-carboplatino.
En enero de 2011 reaparece carcinomatosis peritoneal con varios focos a distintos niveles, por ello me someto a una nueva quimioterapia con Caelix-Yondelis (5 ciclos).
Dadas las circunstancias, inquietudes y búsqueda por curarme, quiero una segunda opinión. Es entonces cuando me remito mediante un correo electrónico al “Hospital Universitario Reina Sofia” de Córdoba. Me llamó a los dos días la secretaria del Director del Hospital, que a su vez me pasó con él. Durante una larga conversación me pidió que le remitiera por fax mi historial. Contestaron a los pocos días del mismo, y me citaron para una primera consulta con el Dr. Muñoz (Unidad de Cirugía General) al que estoy muy agradecida por su humanidad, profesionalidad, entrega y esfuerzo. El doctor me dijo unas palabras que no se me olvidarán nunca: “Tengo que decirte dos cosas una negativa y otra positiva, la negativa es que has llegado dos años tarde y otra positiva que ya estás aquí”. Me recomendó que me diera 2 nuevos ciclos. Tras los dos ciclos, me operan en el “Hospital Reina Sofia» de Córdoba con una cirugía citorreductora radical-peritoneal extensa más la peritonectomía con quimio-hipertermia peritoneal (HIPEC). Esta técnica “Sugarbaker” iniciada por Paul H. Sugarbaker no se hace en Canarias sino en varias provincias de España (Hospitales de la Seguridad Social y Privados) y este médico fue pionero de esta técnica en España ya hace muchos años. Posteriormente, se programan 4 ciclos (Carbo-Taxol) pero en el 3 ciclo aparece dolores tipo cólicos y otros efectos secundarios.
En marzo de 2012, tras una obstrucción intestinal, se me practica una nueva operación para la liberación de bridas. Desde abril voy por el 6 ciclo con Topotecán y tras las próximas pruebas de PET y con los marcadores que tienen altibajos, sigo dispuesta a seguir adelante con lo que asesore el Dr. David Aguíar, oncólogolo del “Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín”, otro gran profesional al que estoy muy agradecida, al igual que al Dr. Francisco Cristóbal Muñoz Casares, responsable de la Unidad de Cirugía General del “Hospital Reina Sofía» de Córdoba a quien también reitero mi agradecimiento por su humanidad y profesionalidad.
Le doy todo mi agradecimiento a mi marido, hijos, familia y amigos que han estado ahí en todos los momentos, en lo bueno y malo, porque gracias a ellos esto ha sido mas llevadero. Y sobre todo merece una mención especial mi marido que ha vivido los malos momentos que he tenido en mis tratamientos y no se ha separado de mi ni un sólo instante.
¿Miedos? Pocos. ¿Ganas de luchar? Muchas. Más que al principio.
3- Testimonio de Arancha También en la web de EGOM.
Mi batalla comienza en octubre de 2010 cuando tras diagnosticarme lumbago en dos hospitales pero termina resultando ser cáncer de ovario estadio III con 37 años recién cumplidos.
El azar o la vida me llevó al Hospital Madrid Norte Sanchinarro donde encontré a los dos médicos (Lucas Minig y Rafael Álvarez Gallego) que han logrado que, a día de hoy, pueda aportar mi granito de arena para dar esperanza a aquellas personas que estén pasando por una situación similar.
Cuando me dieron la noticia, fue terrible y no sabía cómo afrontarlo. Sólo quería despertar de este mal sueño. Todo fue mejor cuando me di cuenta que lo único que tenía que hacer era dejarme guiar por mis médicos, en los que he confiado al 100% y dejarme arropar por mi familia y mis amigos que han estado a mi lado todo el tiempo transmitiéndome mucha positividad. Entre todos me han ayudado a levantar cada vez que las fuerzas me fallaban y han logrado que me aferrara a la vida.
Además, tenía un espejo en quien mirarme: mi madre, superviviente de un linfoma no Hodgkin hace ahora 17 años, que logró superar tras una dura lucha. Si ella había podido, yo también podría.
Siempre pienso en la frase que me dijo mi médico los primeros días y que me ha acompañado durante mi largo viaje: “esto es tan solo un muro en tu camino y entre todos te vamos a ayudar a saltarlo para que continúes con tu vida muy pronto”. El camino no es fácil. Me ha costado mucho saltar o más bien trepar por ese muro: muchas visitas al hospital Sanchinarro y al CIOCC a hacerme pruebas médicas, una operación, 3 sesiones de quimio, otra larga operación, 4 sesiones más de quimio y un ensayo clínico durante 15 meses… pero ha sido llevadero porque allí todos me han tratado muy bien. Algo que también me ha ayudado mucho ha sido compartir durante las sesiones de quimio la dura experiencia con personas que están pasando lo mismo, porque sólo quien lo sufre puede saber realmente lo que se siente.
Cuando estás en ese proceso parece que es interminable, piensas que no va a llegar nunca el final, pero el final llega, y después de la quimio poco a poco el pelo vuelve a crecer, el cansancio desaparece, el malestar se esfuma, las fuerzas se recuperan y vuelves a tener el control de tu vida.
Tras 9 meses de baja, como los efectos secundarios del ensayo clínico eran mínimos, en cuanto pude me reincorporé otra vez a mi trabajo. En mi empresa se han portado bien porque me han permitido incorporarme paso a paso en función de mi fuerza física y psicológica.
Ahora, casi 2 años después, comenzaré con mis revisiones, la primera de ellas en octubre. Sé que es algo que tendré que hacer toda la vida, lo tengo asumido y me tranquiliza porque sé que estoy muy vigilada.
Mi vida ha cambiado. Yo he cambiado. Ahora aprecio mucho más todas esas pequeñas cosas que antes pasaban desapercibidas y disfruto cada momento. Me siento muy afortunada por la familia y amigos que tengo y por los médicos que me han atendido. Nunca me cansaré de repetirle a todos: ¡¡ Mil Gracias a los que habéis estado y estáis ahí!!
2-Testimonio de Charo También en la web de EGOM.
Después de haber leído detenidamente los testimonios que ya están en este apartado de ASACO, quisiera dejar también el mío. Ojalá que en él sepa reflejar lo que he sentido y dar un mensaje de esperanza y optimismo a todo el que lo lea. También intentaré ser concisa; sin embargo, os aviso que, inevitablemente, va a ser un poco largo:
Quizás lo primero que debería decir, es que soy creyente (no “rezona”) y pienso que todo está intrínsecamente conectado y que, gracias a Dios, puedo estar escribiendo ahora estas palabras; también debería decir que me dedico a mi familia y al arte (y siempre procuro que sea por ese orden).
Soy una mujer de más de 55 años, el 13 de Octubre del 2010 (justamente el día de mi cumpleaños) fui a urgencias por una fuerte hinchazón abdominal (no voy a citar el hospital al que fui; no creo que sea relevante y sí podría generar prejuicios infundados contra él; pero sí puedo decir que era un privado); me dijeron que tenía un problema de gases y me pusieron un tratamiento.
Después de una semana sin notar mejoría, acudí a urgencias del Hospital Madrid Sanchinarro, también me dijeron que creían que era un problema digestivo y que me podía ir a casa y hacer pruebas posteriormente; pero que me podía quedar ingresada para examinarme y llevar a un diagnóstico más exacto. Ante esto, yo decidí quedarme ingresada. En seguida el internista detectó que había un problema en el ovario y ya todo el diagnóstico fue muy inmediato. Efectivamente, encontraron un tumor en el ovario izquierdo. Me hicieron pruebas diagnósticas de todo tipo que llevaron a determinar un cáncer de ovario en estadïo III.
Me operaron el 22 de Noviembre del 2010 en el Hospital Madrid Sanchinarro. Me operó el Dr. Lucas Minig, la operación, aunque compleja, no revistió ninguna complicación y, al cabo de diez días, volví a casa. A continuación, tuve seis sesiones de quimio, el oncólogo que me llevó es el Dr. Rafael Gallego, el tratamiento fue bien y ahora estoy con las revisiones pertinentes cada tres meses.
Quiero decir que, desde el primer momento, me sentí arropada y protegida; tanto por mi familia, como por los médicos que me atendieron. Mis hijas (en aquel momento de 22 y 18 años), mi (por aquel entonces) marido, mis padres, hermanos, amigos, compañeros… a todos ellos les agradezco desde lo más profundo de mi corazón todo su apoyo y su manera de estar conmigo sin agobiarme y respetando mi retiro voluntario cuando lo necesité para recobrar fuerzas. A todos ellos les quiero manifestar mi cariño y mi admiración desde aquí. Pero, sobre todo, agradezco a Dios la fuerza que me infundió para sobrellevar esos momentos con naturalidad y suficiente energía y cuando, después del tratamiento, mi matrimonio de más de veinte años, se vino abajo; le agradezco que me haya abierto una nueva ventana en la que siento que puedo colaborar en algo.
A cualquiera que lea este testimonio me gustaría decirle que no se rinda, que acepte esos malos tragos, que esté seguro que “cualquier cosa que pidáis en Mi nombre os será concedida y, creed que, desde el mismo momento que la hayáis pedido os ha sido concedida”. No he encontrado jamás palabras tan bonitas y tan llenas de fuerza como ésas y creo que tienen todo lo que necesitamos en ellas; han sido mi apoyo en momentos muy difíciles y, por eso, quiero llamar la atención de todos vosotros sobre ellas.
Yo no conozco otra forma de ayudarme a mí misma ni de ayudaros a todos los que podáis leer esto.
1- Testimonio de Soledad Bolea Bosque
Comentar algunos hechos de mi biografía es una manera de presentarme y de explicar por qué estoy aquí.
A los 37 años, en 1992 tuve un cáncer de ovario de estadio III. En mi incertidumbre, en mi recuperación fueron importantes la intervención médica y los apoyos psicológicos y familiares durante y después del tratamiento.
Después de seis meses de quimioterapia me afirmé a la vida creando. En 2004 con Mª José, otra compañera que conocí en el trabajo y que por ese mismo tiempo había pasado por un cáncer de mama, fundamos la asociación AMAC-GEMA en Zaragoza, dedicada a atender y dar apoyo y recursos a mujeres que estén pasando por una enfermedad de cáncer genital y de mama. Actualmente la asociación cuenta con 900 socias.
La labor de esta asociación es muy conocida, especialmente por el trabajo de difundir el conocimiento que se tiene de la enfermedad del cáncer en el ámbito ginecológico y de sus cuidados. Tratamos de dar esperanza y testimonio con nosotras mismas y en colaboración con profesionales de la salud y de la medicina oncológica.
Así lo hicimos, por ejemplo, en el verano de 2006 en el que con 40 mujeres supervivientes de la enfermedad recorrimos el Camino de Santiago en España dando conferencias sobre prevención y autocuidado. También organizando, en colaboración con mis compañeras, jornadas y congresos donde se da la palabra a médicos y psicólogos y donde se debate la importancia de la prevención y del apoyo especializado durante y después de la enfermedad, en esos momentos de incertidumbre y también, cuando es el caso, al final de la vida.
He recibido directamente de la ciudad e indirectamente como asociación reconocimiento personal, pero de lo que más orgullosa estoy es de los frutos que la vida me ha dado como son mi familia: haber podido criar a una hija y mi unión con mi pareja por los que siento amor y gratitud por el apoyo recibido.
Cuando se sobrevive a un cáncer suelen surgir nuevas inquietudes nuevos compromisos. Yo misma me dedique durante ese tiempo a estudiar y formarme en esto mismo que apoyo, graduándome en 2005 en psicología y, posteriormente, obtuve el máster de psicooncología. Estos años de formación fueron años muy fértiles donde conocí a personas que me han influido mucho en mi pensamiento y que las admiro profesional y humanamente. Estoy pensando en Ramón Bayes, en Pilar Barreto, en Pilar Arranz, en José Antonio Cruzado… hombres y mujeres que desde su conocimiento y experiencia están creando conocimiento en el ámbito de la psicooncología.
Esta semilla de inquietud fue la que me animó a crear en 2008, junto a profesionales de la medicina y la salud, como la Doctora Reyes Ibáñez a la que estoy muy agradecida, la Asociación de Psicooncología de Aragón (APOA) para difundir esta especialidad y el trabajo de apoyo psicológico hacia todo tipo de cánceres.
Desde 2011 colaboro junto con Paz, Luis y Marta en la fundación y puesta en marcha de la Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario (ASACO), uno de cuyos principales objetivos es facilitar la concienciación en torno a la enfermedad a fin de lograr que sus síntomas no pasen desapercibidos. La perspectiva nacional e internacional que ofrece este trabajo conjunto posibilita trabajar con otras mujeres, con otros afectados en este mismo objetivo.
Siento gratitud por aquellos, organismos, entidades y personas que han hecho posible que esta asociación sea una realidad y en la que me siento plenamente identificada, deseándole larga vida y proyectos fructíferos.
Quiero tener también un pensamiento de gratitud para todas aquellas mujeres a las que he conocido y con las que he convivido, a las que he atendido como psicóloga y a las que he visto marcharse de entre nosotras. Sus legados, sus despedidas también, me han dado luz y ánimo para seguir haciendo lo que hago. Gracias.
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